Mi nombre es Lourdes Cordero, medio loca y medio bruja, amante de la transformación y buscadora incansable de lo oculto y de lo no oculto. Con un pie en Marte y otro en Venus intenté expresarme plásticamente y poco a poco fui enamorándome de las letras. Amo la expresión a través del arte en cualquier contexto y la utilizo para mis sesiones de consultoría. Me certifiqué con Ruiz Soto en Semiología de la Vida Cotidiana lo que hizo mi vida más fluida y alegre, solté todas las maletas y ahora viajo a capelo. Me fascina el comportamiento humano y comprender el porqué de cada quien. Robo sonrisas en la calle y las guardo en los cajones de mi corazón por las noches. Amo las flores y las cascadas, el mar y las estrellas y si no los veo los invento dentro de mi para poderme convertir en ellos cuando sueño.
Poco a poco me he ido involucrando más con las emociones y las descubro en mi cuerpo de formas diferentes lo cual me divierte y entretiene más que otra cosa, ya que ellas son las que me dirigen al camino de la expresión artística y son el pegamento de mis recuerdos.
Mi meta es lograr ayudar a las mujeres y hombres que, sin darse cuenta, han perdido la alegría de vivir y el amor por nuestra madre tierra y el padre sol, por los sueños y las fantasías, a esas hermosas que pierden su brillo por dejar de buscar gnomos y hadas en el campo. Quiero hacer un refugio parecido al albergue de las mujeres tristes de Marcela Serrano, que me conmovió enormemente, llenarlo de mi locura para contagiar un poco la alegría perdida de algunos seres que deambulan aún en esta tierra, antes de que los perdamos del todo.